sábado, 20 de febrero de 2021

La profundidad y el ingenio en lo breve: Microrrelatos de César Antonio Alurralde , Por Ma. Belén Alemán

 

César Antonio Alurralde fue un escritor prolífico y de perfil bajo, un pionero del microrrelato en Salta, un intuitivo y un adelantado en su región. Cada vez que lo releo se me aparece él, Don Cacho, con su sonrisa plácida y bondadosa, con sus ojos amables y dispuestos, con su palabra generosa que en cada encuentro regalaba a todos relatos, poemas, frases, anécdotas de los barrios de su ciudad y su gente.




Alguna vez me comentó sus lecturas de Denevi, Cortázar, Monterroso, Anderson Imbert y otros cultores del relato breve. La teoría literaria sobre la microficción era aún incipiente. En una charla, en el comedor de su casa, mientras lo ayudaba a ordenar sus papeles para la impresión de su Obra Narrativa[1] hablamos de sus Cuentos breves (1984), de Cuentos Bonsáis (2006) y del libro – por entonces inédito - Cuentos para leer con lupa (2013)[2]. Con tres libros de microrrelatos era un apasionado del género. Sostenía que  no se necesitaban muchas palabras para expresar las honduras de la vida, de la condición humana. Pulía sus cuentos hasta lograr la economía de lenguaje y la síntesis expresiva adecuada.

En los prólogos a sus tres libros de microficción teorizó con humor e informalidad sobre el género. En el Prólogo a sus Cuentos breves expresa que escribió estos cuentos “a manera de píldoras o bocadillos digeribles, cauteloso de no atentar contra el cálculo hepático del lector, hablando en telegrama…” y más adelante: “mis minicuentos son agudas travesuras, hechos con honesta intención literaria cuyo desarrollo limité al ceñimiento de unas pocas frases de rigurosa estructura que no excedan lo estrictamente necesario…”

 

Por otra parte, llama a sus Cuentos bonsáis “ristra de cuentos jaculatorios y traviesos” que sintetizan “rasgos de una economía verbal, al concentrar con intensidad su dinamismo en una lumbre que se enciende y se apaga entre dos parpadeos.”

 

Esta nueva manera de escribir de Alurralde, que prácticamente abandonó el cuento de extensión tradicional, le acarreó algunas críticas de escritores contemporáneos de su provincia. La microficción no tenía, por entonces, la difusión y aceptación masiva e internacional de hoy. Con el humor que lo caracterizaba su respuesta llega plena de ironía en el prólogo de su segundo libro: “Son cuentos brevísimos, arte mayor que algunos pocos envidiosos atinan evaluarlos mediocremente a la medida de su enanismo.”

Consciencia del rol del escritor de cuentos brevísimos, se sabe responsable de su decir, conocedor de su oficio. Confiesa que tuvo “que hacer un estricto `régimen literario´ para enflaquecer frases y oraciones. Tratamiento riguroso que intenta que las palabras adelgazadas digan lo más con casi nada…”

 

Acercamiento a sus microficciones:

En la hiperbrevedad de sus relatos se alterna el tono poético, filosófico, metafórico con el humor negro y el chiste. Su escritura elíptica y efectista capta la atención del lector que en el desenlace o en el título descubre la clave para desentrañar una historia mínima pero de una gran profundidad. William Shakespeare ya lo advirtió: “La brevedad es el alma del ingenio.” Y Alurralde se sirve de la economía de palabras y del ingenio para mirar a su alrededor y decir, denunciar, reflexionar. Es un observador sensible de la realidad y la presenta al lector con ironía y crudeza. Cuentos que “noquean” al lector son, por ejemplo:

Hambre

Su cada vez más extremada delgadez le exigió ceñir tanto su cinturón que acabó por ahorcarle el hambre. (Cuentos Bonsaís, 281)

 

En legítima defensa

Sustrajo un pan, y su condena fue perpetua por haber matado el hambre. (Cuentos Breves, 245)

 

En su cuento Encierro se percibe el simbolismo de la existencia condensado en pocas líneas: “Con un lápiz trazó una equis para marcar un centro. Allí apoyó la puntada aguda y acelerada del compás que lastimó el papel, luego hizo girar para formar una circunferencia. Cuando la concluyó se dio cuenta que había quedado encerrado adentro sin posibilidad de salir. Para su desgracia la goma de borrar estaba afuera.”

 

La intensidad y la tensión se entrelazan en sus microficciones acompañados de una intuición súbita cuya intención es causar un efecto en cascada en el lector porque el sentido de la lectura se desentraña en la casi obligada relectura, en el silencio interior que promueve la reflexión. Un microrrelato nos exige volver al título, al final, a alguna palabra clave para reconstruir el rompecabezas de significaciones. A veces surge la sonrisa cómplice del lector, otras veces la perplejidad, la “levedad del ser”. Cada final es un remate efectista, inesperado. Quien escribe  y lee microrrelatos sabe que es un género muy demandante.

Desde la parodia, la ironía y el humor, Alurralde cuestiona el mundo contemporáneo. Apela al lector para que se desconecte del mundo asfixiante y vertigionoso y pueda pensarse a sí mismo y al otro. Aparecen reiteradamente temas como el Otro, los espejos, el doble, Dios, la soledad, la alienación, la ausencia, la ruptura entre la realidad y el sueño, la muerte. Leamos algunos ejemplos:

 

Caracolas

Acerqué mi oído a una caracola para extasiarme con el ruido del mar. Era un murmullo de olas que llegaban desafiantes a mi playa. De pronto sentí el gusto salobre del agua que comenzaba a taparme. Recién esta mañana encontraron mi cuerpo entre los arrecifes. (Cuentos Breves, 224)

 

Reencarnación

Querida amiga, volveré reencarnado en un abrojo y metido en tu dedo, haré que me recuerdes cuando algo te roce, aunque más no sea una leve brisa o mi pensamiento. (Cuentos Bonsáis, 312)

 

Libertad

El patio soleado del manicomio cobijaba a los internos. Con la insistencia propia de un temático uno de ellos, como todos los días, se trepaba a un enorme árbol y comenzaba a gorjear silbando a todo pulmón, aleteando sus brazos y sintiéndose pájaro. Pasaron meses y años hasta que un día salió volando para jamás regresar. Solo necesitó fe y constancia para lograrlo y, en especial, una buena dosis de imaginación.” (Cuentos Breves, 227)

 

Lo cotidiano y lo insólito están presentes en diversos microrrelatos. Alurralde tiene una manera de narrar que, en ocasiones, despierta ternura y la complicidad del lector, como ocurre al leer Mala puntería:

El niño esa noche salió con la honda y su bolsita llena de piedras. De a una comenzó a bajar las estrellas que escondió en su cuarto. Sus padres le recriminaron duramente su descuido ya que no sabían qué hacer con ese ángel malherido. (Cuentos Breves, 226)

El humor y el humor negro son características de Alurralde. Algunos promueven una sonrisa liviana, otras más ácida. Ejemplo del primero sería su cuento Lid (Cuentos Breves, 238) y del segundo Huída (ídem 261):

 

Lid

Los ejércitos luchaban encarnizados y se destrozaban mutuamente. Eran pocos los que quedaban en pie en cada bando. No obstante, la lucha prosiguió sin que se diese tregua en el afán de aniquilarse. Hasta que uno de los contendientes, jactancioso y emocionado, grito: ¡Jaque mate!

 

Huída

El verdugo con su capucha y torso desnudo levantó el hacha y la asestó con fuerza sobre el cuello de su víctima. El cuerpo decapitado quedó con los brazos atados a la espalda y de rodillas. Su cabeza rodó cadalzo abajo a los tumbos. En uno de sus bolsillos del pantalón encontraron una aspirina.

 

Un simple hecho se transforma en sensualidad pecaminosa. Descripción detallada que erotiza el acto de pelar una cebolla para rematar con un final donde el lector no puede más que esbozar una sonrisa:

 

Por una cebolla

El cocinero se escondió en el lugar más recóndito y solitario de la cocina. Con gran sadismo comenzó por desnudar de sus encajes a una corpulenta y apetitosa cebolla. Lo fue haciendo prenda por prenda, capa por capa, como retirando enaguas con sensualidad y nerviosismo en sus dedos. Respiraba apresurado con cada velo que retiraba, abriéndose paso por entre sedas crujientes, buscando carne de fuego de la espera. Faltaba poco y de pronto apareció su esposa. Su disimulo fue perfecto cuando se puso a llorar. (Cuentos Bonsáis, 298)

 

Narrativa con temas que accionan el pensamiento, la toma de conciencia. Microrrelatos que mueven a sonreír y otros que se acercan a cuestiones filosóficas, existenciales, religiosas.

 Flor de loto

El nenúfar es la flor de loto sagrada de la fertilidad que perpetúa nuestra especie. Se abre durante el día y de noche se esconde debajo del agua para poder soñarnos (Cuentos Bonsáis, 280)

 

Hubiese deseado

Hubiese deseado que Dios existiese para pedirle que me creyera lo que me cuesta creer. Necesito llenar mi vacío con su nada, que es mi todo. (Cuentos Bonsáis, 289)

 

Una microficción se construye por lo que no dice, por sus omisiones, desde la metáfora o la intertextualidad. Como sostiene David Lagmanovich, en la microficción la economía del lenguaje es la clave y aparece casi como una “actitud desacralizadora”.

 

En Cuentos para leer con lupa la síntesis es aún mayor. Muchos de los textos son “nanoficciones”, es decir, cuentos cuya extensión es de una sola línea.

Computadora

Tú que tienes memoria, pero no recuerdos. (359)

 

Dios

Con un poco de nada Dios hizo el todo. (361)

 

¿Yo?¿Vos?

¡Yo o yo! Al final, siempre vos (366)

 

Morir

Morir es cambiarnos de ropa para ir a ningún lado.

 

Cal viva

Piedra muerta la cal viva. Solo el agua consigue encender el fuego que la apaga. (382)

 

Pocas palabras que dejan pensando, flashes para una introspección. Mover a la reflexión es una de las características intrínsecas de la literatura en general y del microrrelato en particular. Una gragea reflexiva en cada texto. Implican un intercambio profundo – aunque breve – entre autor y lector. Son textos que no permiten la indiferencia, mueven al lector, lo con-mueven. Por eso mismo, considero que muchos microrrelatos de diversos autores son, más que nada, “microflexiones” por su matiz reflexivo y metafísico.

Como sostiene Noguerol Jiménez los cuentos brevísimos producen un “estallido semántico” y “noqueador” en el lector al intensificar el asombro partiendo de la economía del lenguaje. Todo microrrelatista debe ser un excelente observador de la realidad interna y externa. La paradoja, la ironía, el humor agudo, la intertextualidad, la alusión, la parodia, la metáfora, lo simbólico, la ambigüedad, lo enigmático son, entre otras, herramientas necesarias para ficcionalizar lo cotidiano en lo micro. El escritor es un artesano que selecciona cada sustantivo, cada adjetivo o verbo con cuidado para convocar la sorpresa y causar un efecto especial en quien lee. El lenguaje esencialmente connotativo tiene potencia poética.

Dice Neuman: “…concibo el relato breve como una elipsis de su propio desarrollo, como una reducción de sí mismo. La escritura comienza en lo narrado y continúa en sus omisiones, que son las verdaderas decisiones que debe tomar el hacedor de cuentos. El cuento, en este sentido, aspira a una sencillez hermética: es el género que mejor sabe guardar un secreto.”[3]

 

César Antonio Alurralde, un pionero en el Noroeste. Merece ser reconocido y leído en su magnitud: en lo breve y en su narrativa “tradicional”.

Hoy el género está afianzándose y pisa fuerte con muy buenos libros e interesantes propuestas. Hay un intenso y continuo intercambio entre los propios microrrelatistas. El movimiento en las redes, en la virtualidad, es incesante. La microficción ya tiene su lugar, su público.

 


Tal vez estos tiempos de vorágine, incertidumbre, ansiedad, angustia, velocidad en las comunicaciones, redes encendidas más que nunca, colaboraron al afianzamiento de la microficción y a que se acurruque entre diversidad de lectores. Los micros se instalan cómodamente en las redes y su brevedad es un aliado en esta era convulsionada. Lo breve potencia la profundidad del texto y genera una interactividad honda y sensible con sus lectores.

La invitación a leer lo breve de César Antonio Alurralde ya está hecha. Del ingenio a la profundidad hay un paso. Alurralde supo equilibrar temas y recursos para lograr microrrelatos que quedarán en latiendo en el interior de muchos lectores.

 

Bibliografía:

 

Lagmanovich, David (2006) Teoría e historia del microrrelato. Menoscuarto Ediciones.

González Cruz, Jazmín, Tres Características mínimas del minicuento, en https://www.redalyc.org/pdf/1995/199528904025.pdf

Alemán, María Belén (2013) Prólogo a la Obra Narrativa de César Antonio Alurralde, Fondo Editorial de la Secretaría de Cultura de Salta.

Cutillas, Ginés S. El microrrelato: Una introducción al género, en:  https://www.revistaquimera.com/microrrelato-una-introduccion-al-genero-gines-s-cutillas/

 

 

 Nota: Este artículo fue primeramente publicado en Revista Digital Enciudarte Nº5. Interpelaciones de la microficción en el NOA. Diciembre 2020.

 

 

 



[1] Alurralde, César Antonio (2013) Obra Narrativa. Fondo Editorial de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta. Todas las citas corresponden a esta edición.

[2] Cuentos para leer con lupa ya lleva el subtítulo de Microrrelatos y minificciones. Transcurrieron veintinueve años entre su primera publicación de microrrelatos (1984) y la última. En esos años, este género se afianzó, creció y sigue fortaleciéndose en nuestro norte y otros países con grandes escritores.

[3] Citado por Álamo Felices, Francisco, El microrrelato. Análisis, conformación y función de sus categorías narrativas. Espéculo. Revista de Estudios Literarios. Universidad Complutense de Madrid. http://www.ucm.es/info/especulo/numero42/microrre.html

 

 

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