Publicado en lagaceta.com.ar - 31 de octubre de 2022
Qué haré con lo que he mirado?
(Sara
San Martín, "Miradas")
Soy la última persona,
el último hablante de un
idioma, el mío,
que pende enteramente de mi
lengua
(Fabio
Morábito, A cada cual su cielo)
La migrancia es un fenómeno que atraviesa la historia y las culturas. Se sale de un lugar y se marcha a otro por diversas razones, deseo de aventura, necesidad de concretar otros proyectos -personales, laborales, profesionales- , interés por conocer nuevos territorios y nuevas culturas, persecuciones políticas, guerras, fenómenos naturales que impiden continuar viviendo en ciertos espacios. Es decir, se trata de un fenómeno multicausal que afecta de distintas maneras la vida de las personas y que atañe no solo al tránsito de espacios, sino también a las mutaciones de las costumbres, la distancia de los afectos, los cambios en la lengua y la experiencia de vivir en un entredós, un movimiento incesante entre lo que se deja y lo que se obtiene. La literatura ha registrado incesantemente este fenómeno, tanto en la narración de historias de desplazados, como la puesta en discurso de las afecciones de la lengua, fracturada, quebrada, por el tránsito.
En
el noroeste argentino se delineó una trayectoria literaria donde la figura del
inmigrante fue complejizándose en perspectivas, en situaciones socio-históricas,
en el modo de caracterización. Narradores como Eduardo Roszenvaig, Liliana
Bellone, Héctor Tizón, Martha Grondona, Daniel Moyano se ocuparon de la
inmigración como fenómeno social argentino y el impacto que tuvo en estos lares
tanto en lo atinente al trabajo, como a las costumbres, su desarraigo y la
nostalgia por la patria perdida. María Belén Alemán en El mar de las libélulas retoma algunos de esos tópicos pero
resituándolos en el contexto de las últimas décadas donde la inmigración tiene
el carácter de debate público por su masividad y por las respuestas políticas
que fueron generando. Este cambio incide en las condiciones de producción de
los textos y lleva a resaltar en los personajes de estos cuentos la migrancia
como signo de un mundo inestable y expulsor. Arrojados por la guerra, la
pobreza, la falta de expectativas salen de su tierra y caminan mas o menos a
tientas en un mundo que muchas veces no les da la respuesta que esperan.
Situados en diferentes siglos y distintos continentes los personajes de estos
relatos construyen precarias formas de sostén en el afecto circunstancial de otros
desplazados, compañeros de trabajo y, en pocas ocasiones, un amor que les
permite llegar a destino.
El mar de las libélulas justamente acentúa el
tránsito, ese entredós frágil y diverso donde la partida y la llegada se hacen
difusas, es así que las cartas de "En lo profundo sopla el viento" se
constituyen en una lábil soga que no logra anudar el pasado y el futuro,
mientras que en "Algún día siempre llega" la fotografía produce ese
engarce que apenas sutura las ausencias. En ese lugar de deslizamiento están
también los campos de refugiados de "La casa más grande" o
"Azam" o el hospital donde muere Doménico en "Soledad
agazapada" o el bar donde el venezolano cuenta su historia en "La
odisea". Acentuar este lugar de incertidumbre es lo que da a El mar de las libélulas un perfil
propio, el lector es también arrojado a lo incierto en la medida que el mundo
representado se aleja del mito de "hacer la América", o, del sueño de
Giussepe, de ganar tanto dinero que traerá a su madre desde Italia en primera
clase. Las expectativas y los proyectos se vuelven nebulosos, aun en los casos
llenos de afectividad como "Mi querido irlandés" donde, no obstante hay silencios, palabras que no
fueron dichas, circunstancias que son enigmas.
Belén
Alemán, es una escritora con una extensa trayectoria como poeta, narradora y
autora de textos para chicos, en esta ocasión propone el cuento como estrategia
para trazar una mirada caleidoscópica sobre las migraciones. Paradójicamente
construye una voz narrativa afable para contar la crueldad, la muerte, las
ausencias, los fracasos en un mundo donde la migrancia ya no atañe a unos pocos
sino que en cada persona hay un signo de extranjería. La libélula como metáfora
le da al conjunto de los relatos una mirada de esperanza, la mutación hace posible apropiarse de nuevos
lugares.
Como
dicen los epígrafes de este texto cada persona es un mundo propio, pero también
la lengua configura y traza un territorio. Es posible afirmar entonces que
narrar la migrancia, como lo hace Belén Alemán en El mar de las libélulas desborda al viaje como tema, ofreciendo la posibilidad de
transformar lo múltiple en discurso y de esta manera esbozar claves para
intentar comprender la complejidad de nuestro mundo.
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Breve Bio
Ma. Belén Alemán:
Poeta y narradora. Profesora en Letras. Nació en Bs. As. pero vive en Salta
desde su adolescencia. En Poesía publicó: Poemas
para leer sin voz/s (Premio Accesit Benito Crivelli, 2000), Detrás de los silencios (Premio
Secretaría de Cultura de Salta, 2003), Qué
profunda es la noche (Premio Secretaría de Cultura de Salta, 2012) La vida de los días (2019). Hay poesías
suyas en Antologías de Argentina e Iberoamérica. En narrativa: Hasta volvernos a encontrar (novela
2009) y el libro de cuentos El mar de las
libélulas (2022). Tal vez de tanto andar por las escuelas acompañando a los
maestros surgieron los libros infantiles: El
estanque mágico y otros cuentos (Premio Oscar Montenegro 2007), Un gato tan, taan… (2016) y Los conjuros de Brunilda (2018), todos
ilustrados por Inés Virgili. Fundó y co-coordina LecturArte, Espacio de
Promoción de la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) y es miembro de la Academia
Argentina de LIJ.
mariabaleman@hotmail.com – Instagram:
mariabelen.aleman