miércoles, 25 de enero de 2023

Libros que cuentan el mundo

 

A propósito de la Serie Fauna Nativa de Mariana Raposo 

Por María Belén Alemán

 

Importancia de los libros de no ficción en la infancia:

Sin duda a todos los que nos acercamos a estos artículos nos interesa colaborar en la formación de lectores críticos, capaces de interpretar el mundo que lo rodea y decirlo. Entendemos la lectura como nutriente, como savia que recorre nuestro interior y nos permite echar ramas con hojas que multiplican la imaginación, la creatividad, los saberes, los caminos, las voces. Por eso, a la hora de leer con los niños, tanto en la escuela como en los hogares, deberíamos ofrecer una importante variedad de textos. Es decir, que haya encuentros con historias, con leyendas, canciones, poesías, trabalenguas, rimas…, pero también con libros de no ficción, libros que les permitan ir aprehendiendo su entorno y conocerse a sí mismos. Si bien a la hora de elegir qué leer los libros de ficción suelen ser los privilegiados por muy diversas razones hay también libros informativos pensados especialmente para los niños que no deberían estar ausentes en estos encuentros; libros que cuentan el mundo, que amplían miradas.

Entre los beneficios de los libros de no ficción podemos mencionar el desarrollo de la curiosidad, del pensamiento crítico, de la imaginación y del intelecto. Los textos, aunque sean escritos por científicos o expertos en la temática, ofrecen información sobre el mundo real con gran diversidad de recursos, con lenguaje claro, accesible y un diseño cuidado y atractivo.




No se trata de establecer jerarquías entre los libros de ficción y no ficción ni validar unos sobre otros. Tanto la lectura informativa como la lectura estética se complementan y son excelentes compañeros para pasar tiempo con ellos. Ambos son un refugio, dan la posibilidad de viajar y conocer lugares insospechados, son puertas que se abren para conocerse, conocer al otro y al espacio donde se vive, son libros para cobijar en cualquier biblioteca.

Cuando nos referimos a los libros de no ficción no estamos hablando de los manuales escolares donde la información suele ser anónima, estereotipada, fragmentada y de uso exclusivo en el aula y para realizar tareas. Nos referimos, en este artículo, a los libros informativos pensados especialmente para la infancia, que desarrollan la temática desde un criterio de diseño y edición muy especial ya que entran en juego diferentes recursos textuales y visuales para hacerlos comprensibles y atractivos a la vez. Por ello, la imagen es fundamental a la hora de complementar la información. Las ilustraciones facilitan la comprensión de lo textual, las explicaciones se vuelven más amigables e interesantes.


Pero ¿qué sucede con estos libros en la era digital?

En una época en que tenemos todo al alcance de un click pareciera que un libro informativo no tiene mucha razón de ser. Sin embargo, si bien es cierto que en cualquier buscador de internet encontramos muchísima información, la misma no está diseñada, en general, para los niños. Hay muchas páginas sobre un mismo tema que ellos no sabrían identificar como válidas y los datos suelen ser muy amplios, excesivos, casi inabarcables. La lectura no resulta amena para los niños, se vuelve difícil y tediosa, complicada para seleccionar y tamizar. Son textos cargados de información, de hipervínculos. Requieren de un mediador adulto que filtre, seleccione, sintetice y explique la información obtenida. Cierto que hay páginas de internet dedicadas especialmente a los niños que cumplen con la transmisión de conocimientos de una forma amena e interactiva, pero creo que el libro es un objeto valiosísimo en sí mismo que no debemos descartar. Los libros de no ficción son un instrumento ideal para introducirlos en el saber sobre el mundo que los rodea. Son ideales porque la presentación estructurada y ordenada de la información los ayuda a no perderse en el exceso de datos que circula por el ciberespacio y colaboran a que el lector inexperto ordene y filtre información naturalmente además de favorecer un vínculo empático entre mediador – libro – lector. Manipular libros, hojearlos, olerlos, mirarlos y remirarlos, doblarlos, pasear por sus páginas, hacerlo propio poniéndole su nombre,  subrayarlos, señalarlos,  son placeres específicos del objeto libro e implican una experiencia única de lectura.








Con estos libros, los pequeños pueden acceder a un aprendizaje más libre, donde la propia curiosidad y los intereses marcan los ritmos y las demandas. Son libros que no requieren de una lectura ordenada y continuada: se pueden leer de manera fragmentada, deteniéndose en el tema o ilustración que les guste o deseen profundizar, no se suelen leer de corrido. Invitan a detenerse en una imagen, en una frase, se va y se vuelve en un zapping visual y propician un intercambio oral sumamente enriquecedor con el adulto mediador.

Un ejemplo de lo expuesto son los libros pensados, escritos y coordinados por Mariana Raposo que constituyen la Serie Fauna Nativa.

Serie Fauna Nativa de Mariana Raposo: ¿Por qué estos libros?


Ana Galarrón sostiene que el libro informativo lee el mundo y a través de él nos formamos e informamos. Ofrecen datos y realidades de manera accesible donde el diseño es muy importante. Son libros para explorar, para descubrir, para observar, para hipotetizar, experimentar, analizar. Implican un desafío lector.

Así ocurre con la colección Fauna Nativa, del Proyecto Amar lo Nuestro. Una serie de libros dedicados a la fauna original del Noroeste argentino escritos por Mariana Raposo[2],  “una enamorada de su provincia (Salta) y que lucha para que se valore y conserve el valioso patrimonio natural y cultural de la región del norte de Argentina.”

Desfilan ante los lectores personajes entrañables creados por los ilustradores: Nina, la flamenco andina; Amir, el tapir; Teté, la yaguareté; Cristal, la rana marsupial; Tito, el murcielaguito y Baldomero, el chanchito quimilero. Animales que cobran vida de la mano de los ilustradores  Juan Giménez, Ismael Gudiño y Juan Manuel Tanco, quienes crearon a los protagonistas con mucha ternura y calidez.

Como corresponde a un buen libro de no ficción sobre animales, se organizan en secciones que responden a las preguntas que cualquier lector curioso se haría: ¿quiénes somos?, ¿cómo somos?, ¿dónde vivimos?, ¿de qué nos alimentamos?, ¿con quiénes convivimos?, ¿cuáles son nuestros hábitos?, ¿cómo nos reproducimos y cómo son nuestras crías?, ¿qué peligros nos acechan?, ¿quiénes nos protegen?



La curiosidad de los niños queda satisfecha y seguramente surgen nuevas preguntas que el mediador puede ampliar a través de las fuentes y bibliografía específica que ofrece cada libro. Ilustraciones y fotografías se combinan. Así por ejemplo, cada libro cuenta con un “Álbum familiar” donde hay fotos de los animales y su familia. Un guiño simpático y necesario para que el pequeño lector “verifique” que los animales existen en la vida real.

 

La autora tiene muy presente quiénes son los destinatarios y atiende a sus intereses. Por eso, presenta la información de manera sencilla, clara, precisa e incluye nombres científicos cuando lo considera pertinente. Construye lo textual a partir de indagaciones, de preguntas y hay cuotas de humor en algunas ilustraciones y comentarios.

Conocedora del atractivo que ejerce la rima sobre los niños, Mariana pensó en nombres y epítetos rimados para favorecer la memorización de los animales. Además, resulta muy significativo la elección de la voz narradora, ya que quienes hablan son los propios animalitos. En la primera página el protagonista se presenta en primera persona, creando cercanía con el pequeño lector:

“Hola, yo soy Nina. Soy una hembra de flamenco andino que habita en lagunas del Noroeste de la República Argentina y otros lugares de SudAmérica. Yo les voy a contar quiénes somos, cómo vivimos, qué comemos y muchas otras cosas para que nos conozcas.”

 “Hola, soy Tito, un joven murciélago muy inquieto. Pertenezco a la especie Histiotus Macrotus. Por mis grandes orejas algunos me llaman murciélago orejón grande. En este libro te voy a contar muchas cosas interesantes, para que empieces a conocer a los murciélagos y en especial a los de mi especie.”

 


“Hola, soy Cristal, una joven ranita marsupial. Pertenezco a la especie Gastrotheca Christiani. Yo te voy a contar sobre nuestra especie para que nos conozcas. Somos animales pequeños que vivimos ocultos en las selvas de las yungas…”

 “Hola, soy Baldomero, un joven chanchito quimilero. La gente nos conoce con distintos nombres. En Argentina, como pecaríes, quimileros o chanchos del monte. En Paragual nos dicen Pecarí del Chaco o Taguá y en Bolivia nos llaman Solitario. Nuestro nombre en idioma guaraní es Curé-Taguá, en toba Nokkayk y en wichí es Amutaj. Los científicos nos llaman Catagonus Wagneri.”

 

Este último libro tiene la peculiaridad de ser una edición bilingüe: español – wichí y es por eso que Baldomero anda muy feliz entre los pueblos originarios y las comunidades rurales de la región.

 


Luego de la presentación en primera persona, el personaje pasa a contarnos en tercera persona del plural quiénes son, su hábitat, sus aliados, sus enemigos, etc. Pasar a un “nosotros” ofrece al lector la idea de que el protagonista no está solo y una gran familia lo acompaña, esa familia que debemos conocer, cuidar y proteger. El lector se ve involucrado emocionalmente, se crea un clima de intimidad y complicidad.

La autora pone de manifiesto su inquietud por fomentar el conocimiento de la fauna nativa y amar “lo nuestro”. Hace suya la convicción de Baba Dioum (ambientalista senegalés, 1968) de que “solo conservamos lo que amamos, solo amaremos lo que conocemos y solo conoceremos lo que nos enseñen.” Considera fundamental que los niños conozcan su rico patrimonio natural y cultural, se apropien de él y lo respeten.

Dice Mariana Raposo: “La mayoría de las obras literarias y audiovisuales para niños y adolescentes hacen referencia a sitios maravillosos y personajes fantásticos. Algunos irreales, otros reales, pero  lejanos, que estimulan su imaginación, creatividad y los enamoran. Paradójicamente, al mismo tiempo, los niños y adolescentes están rodeados de ambientes, plantas y animales que no conocen ni valoran e incluso a los que temen. Resulta fundamental en estos tiempos en que sabemos que la supervivencia de las formas de vida está en riesgo, invertir nuestros esfuerzos en difundir información de base científica para dar a conocer el funcionamiento de los sistemas naturales que sustentan la vida. Los niños y adolescentes, herederos del mundo que les dejamos tienen derecho a aprender, a conocer y valorar su entorno desde la infancia.”


 


Aunque los libros están numerados y constituyen una serie, son independientes, se pueden leer en cualquier orden. La lectura de cada libro puede ser también un ir y venir de las páginas, se los puede leer de adelante para atrás y de atrás para adelante. El pequeño lector puede detenerse en una frase, un gráfico, un dibujo, volver a leer, indagar, preguntar porque son libros que no tienen una normativa lectora, una regla para leer e indagar. Por otra parte, son libros que permiten un diálogo al interior de las familias, fortalecen vínculos, favorecen la oralidad, potencian la curiosidad,  la empatía, fomentan encuentros.

Los libros de la serie Fauna Nativa fueron creados por un equipo multidisciplinario, característica de casi todos los libros informativos. Se unieron para la creación: científicos divulgadores, ilustradores, pedagogos, fotógrafos, diseñadores, editores. Cuentan con el auspicio o aval de diferentes fundaciones y han sido declarados de Interés cultural, educativo o medioambiental en la provincia de Salta. 



La información científica que ofrecen es fiable, rigurosa y está organizada y relatada de forma amena. La lectura de esta serie es muy placentera y algunos números tienen cierto carácter lúdico e interactivo. Aparecen  mapas,  esquemas ilustrados, distintas tipografías, tablas, números, y otros recursos como corresponde a un libro de no ficción. Al final se incorporan consejos para padres, el porqué del libro, fotos de los responsables y el rol que cada uno cumple en el equipo. Así, todos visibles, el libro se vuelve cercano.

La serie Fauna Nativa de Amar lo Nuestro es un proyecto audaz y convocante, el primero que surge en estas latitudes. Es un proyecto con idea de continuación, no cerrado aún. Sus pequeños seguidores esperan ansiosos el próximo número, se preguntan qué animalito será el protagonista. Es que, además, los libros sobre animales suelen ser los favoritos de los niños.

En síntesis…

Fomentar la lectura de libros de no ficción permite generar interrogantes, indagar, buscar más datos. Son libros creativos en el diseño, en las ilustraciones y en los temas, permiten la exploración, dejan con ganas de más.

Recordemos que a la hora de leer con los niños, es importante equilibrar textos ficcionales con otros de no ficción que permitan a los niños conocer el mundo, ampliar miradas.

En el mercado editorial hay una gran variedad de libros de no ficción interesantes, lúdicos, accesibles que merecen formar parte de las lecturas infantiles y los libros de Mariana Raposo sobre la fauna del NOA son un ejemplo. Leemos el mundo a través de estos tipos de libros, interpretamos lo que sucede, lo que nos rodea, nos permite relacionarnos mejor con el medio ambiente. Libros que no solo aportan conocimientos sino que también colaboran a la formación de lectores advertidos, críticos y de seres humanos comprometidos con su entorno. Conocer para querer, es el lema de esta colección.

Podríamos decir que Mariana Raposo, en la serie Fauna Nativa, tuvo en cuenta las tres “E” que el escritor Eric Carle propone: emoción, entretenimiento y educación ya que el pequeño lector siente empatía por los animalitos que va conociendo (aunque sean feos como los murciélagos), lee con total libertad porque no es necesario respetar el orden de las páginas y, además, aprende.

Para finalizar, creemos que leer libros de no ficción es también una experiencia reveladora y subjetiva. Cada lector podrá encontrar resonancias de otros textos, despertará saberes previos,  experimentará sensaciones diferentes ya que leer – cualquier clase de texto – implica de por sí una “corporeidad”. Mientras se lee el cuerpo reacciona, se acomoda, se hacen gestos, se distiende o se tensa, se acomoda y desacomoda. Se lee con la voz externa e interna, se alertan los sentidos. Leer es acción, no es un estado pasivo, implica una reacción. Algo resuena, algo se transforma, algo crece dentro de cada lector y esto puede lograrse con cualquier tipo de lectura que resulte atrapante. La lectura de no ficción es también un puente a otros tipos de lectura, a la oralidad, al intercambio dialógico, a la posibilidad de estructurar ideas, un puente para ampliar conocimientos, clarificar ideas, despertar intereses y pasiones. Por eso leer, cualquier tipo de textos, es siempre una buena idea.

 Bibliografía:

Garralón, Ana (2013) Leer y saber. Los libros informativos para niños. Tarambana Libros.

Sánchez Arjona, Eva (2020) El libro de no ficción como herramienta para promover la interacción oral en el aula de Educación Infantil. Una propuesta basada en talleres de lectura. Universidad de Cadiz.

Consultas sobre libros de no ficción y recomendaciones en:

https://anatarambana.blogspot.com/

http://www.bookfair.bolognafiere.it/878.html

https://canalector.com/

 

 

 

 

 



[2] Mariana Raposo, ingeniera en Recursos Naturales y medio ambiente. Trabaja como consultora independiente. Realiza estudios específicos y coordina equipos interdisciplinarios que llevan adelante estudios de impacto ambiental y social, auditorías ambientales y otros proyectos. Coordinadora del Proyecto Amar lo Nuestro y autora de los seis libros (escritos hasta el momento) de la Serie Fauna Nativa. Para comunicarse con la autora:

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La escritura de lo incesante. Notas sobre El mar de las libélulas de María Belén Alemán, por Raquel Guzmán

  Publicado en lagaceta.com.ar - 31 de octubre de 2022 Qué haré con lo que he mirado? (Sara San Martín, "Miradas")   Soy l...