Don Quijote es uno de esos libros del que todo el mundo habla y pocos han leído. Suele ocurrir lo mismo que
con La Odisea y su héroe Ulises, con La Ilíada que nos presenta a Aquiles,
con Edipo Rey de Sófocles, o con Hamlet, Otelo, Romeo y Julieta, de Shakespeare,
sólo por nombrar algunos libros que circulan ya como patrimonio cultural de la
humanidad. Estos personajes viven y, muchas veces, determinan nuestro
comportamiento a tal punto que decimos “que
alguien tiene el complejo de Edipo, un apetito gargantuesco, una actitud
quijotesca, los celos de un Otelo, una duda a lo Hamlet, o que es un don juan
incurable…”
Aunque no hayamos leído dichos libros, los conocemos por expresiones de los
personajes que se popularizaron como el famoso “Ser o no ser” de Hamlet o la frase de Segismundo en su monólogo: “que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son” (Pedro
Calderón de la Barca). Pero
también surgen frases que nunca dijeron los personajes y fueron atribuidas a
ellos y ahí quedaron. Como la famosa: “Ladran,
Sancho, señal que cabalgamos”. Don Quijote nunca la pronunció, Cervantes
nunca la escribió, pero todos creen que sí. En realidad fue extraída de un
poema de Goethe y alguien le agregó el nombre de Sancho y los dimes y diretes
hicieron el resto. Esta obra de Cervantes es uno de esos libros, al decir de
Italo Calvino, que
cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados,
inéditos resultan al leerlos de verdad.
¿Pero por qué Don Quijote de la Mancha es un clásico? Porque siempre tiene
algo para decirnos. Fue escrito en 1605 y aún nos interpela. Don Quijote es un
clásico porque trascendió a su autor y a su época. Sus personajes son una
síntesis de la condición humana y por ello son casi más reconocidos que el
propio autor. Toda ficción literaria construye un mundo alternativo al real y
se nutre de la vida misma. Por eso, si una obra está bien escrita nos conmueve,
nos ayuda a comprender el mundo que nos rodea, a ampliar la mirada. Para Calvino
“los clásicos son libros que ejercen una
influencia particular” porque se tornan inolvidables y se esconden en la
memoria del lector mimetizándose con él. Sostiene
que hay que leer o releer los clásicos en la vida adulta, dedicar un tiempo a
repetir las lecturas más importantes de la juventud. Los libros no cambian,
siguen siendo los mismos pero nosotros, los lectores, sí y podemos descubrir
nuevos significados en los textos ya leídos. Por lo tanto, el encuentro con
esos libros clásicos, esas relecturas, son “un
acontecimiento totalmente nuevo” es como si lo leyéramos por primera vez. “Un clásico es un libro que nunca termina de
decir lo que tiene que decir.”
Muy rara vez ocurre que los críticos se pongan de acuerdo sobre un libro.
Con Don Quijote de la Mancha sí han logrado consenso. Todos opinan que es una
de las mejores obras de todos los tiempos.
Su lectura: un desafío. Algunas
sugerencias:
Es una obra abierta a múltiples
lecturas. Para leer el Quijote es importante, primero, desterrar algunos mitos: que es una
novela muy larga, que es muy complicada, que hay que tener una formación
previa, y otras opiniones semejantes. Recomiendo hacer oídos sordos y
aventurarse con buen ánimo entre sus páginas. Piensen que fue leída hace 413 años
por coetáneos a Cervantes y ya fue furor. Piensen que se sigue leyendo a lo
largo del mundo. Hay que abrir las páginas del Quijote con tiempo y placer. No
es una lectura obligada, sólo recomendada. Encontrarán páginas de humor puro y
duro, de humanidad profunda, de análisis de la condición humana a través de la
parodia y la ironía.
Algunos entendidos recomiendan leer los primeros doce capítulos seguidos
porque en ellos Cervantes introduce sus personajes. Después no es importante el
orden de lectura. Entre la primera y la segunda parte hay 126 capítulos. Parece
mucho. Pero se puede ir leyendo de a poco, como por entregas, pequeñas píldoras
quijotescas por día. Como lectores tenemos
licencias lectoras. Por eso, quien lo desee puede olvidarse de las notas al pie
de página, los sonetos al inicio, el prólogo y otros paratextos que van
apareciendo aquí y allá. Parece una herejía, pero son los permisos que tiene un
lector común, no especialista, no estudioso de una obra, aunque sí interesado y
deseoso de superar los desafíos que la novela le impone.
Para un lector del siglo XXI el estilo y la sintaxis de Cervantes puede
parecer complicada. No obstante, resulta conveniente aclarar que no es
necesario entender palabra por palabra. Una buena sugerencia es leer de corrido
y que el contexto haga lo suyo (como cuando aprendemos idiomas). Cervantes
escribe tan bien que, pasadas unas páginas, comprendemos la mecánica del
discurso y lo disfrutamos.
Recordemos que hay en la obra diversas formas de hablar. Don Quijote, ya
caballero andante, habla como los héroes medievales a los que quiere parecerse.
Un idioma español complejo en plena formación. Veamos uno de los ejemplos más
citados: “la razón de la sinrazón que a
mi razón se hace, de tal manera que mi razón enflaquece, que con razón me quejo
de la vuestra fermosura.” Casi un trabalenguas pero un genial desafío para
el lector.
Por el contrario, cuando habla el narrador, no Quijote, este emplea el
español culto del siglo XVII, contemporáneo a Cervantes. Mención aparte se
merece la voz y el registro de Sancho Panza tan plagados de refranes. Es una
lengua más rústica y llana como la de otros personajes que aparecen en la
novela. Si hacemos un catálogo de los refranes populares que emplea Sancho
Panza nos sorprenderíamos de la antigüedad de muchos que usamos hoy en día:
- Quien canta, sus males espanta.
- El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no se debe quejar
si le pasa.
- Donde reina la envida, no puede vivir la virtud.
- Más vale pájaro en mano, que buitre volando.
- El consejo de una mujer es muy poco pero el que no lo toma es loco.
- Muchos pocos, hacen un mucho.
- Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.
El escudero tiene también identidad propia como personaje de todos los
tiempos. “El bueno de Sancho
guarda tesoros de sabiduría en su ignorancia y tesoros de bondad y de vida en
su egoísmo”, dice de él Miguel de Unamuno. Más adelante, volveremos a
referirnos a este personaje.
Pero la novela es mucho más que un registro lingüístico de la época. En el
Quijote de la Mancha está presente toda la España del Siglo XVII. A través de
los desvaríos del hidalgo y de la simplicidad de Sancho, Cervantes realiza una
crítica social y cuestiona la naturaleza misma del hombre. Reflejó la angustia
y la inestabilidad del hombre del siglo XVII. Con ironía y mucha sutileza,
Cervantes expresa la angustiosa situación de una España en crisis donde gran
parte de los valores se habían diluido. Los críticos reconocen a Cervantes como
un escritor que captó la complejidad de su tiempo, un tiempo gobernado por el
rey Felipe II que arruinó a España con las guerras de expansión. Ya no había
lugar para héroes caballerescos y cortesanos. Y Cervantes lo expresa a través
de Don Quijote desde la parodia y desde la crítica. Cuando Cervantes escribe,
la caballería ya no tenía ninguna presencia en la sociedad. El auge que habían
tenido en el Siglo XII las leyendas del Rey Arturo, las historias del Amadís de
Gaula, El Palmerín de Inglaterra, Roncesvalles, El caballero Platir, entre
muchas otras, ya se había perdido. Por eso, el autor centra su parodia en ese mundo caballeresco ideal opuesto a la
realidad de su época. A través de Quijote, el autor se burla de un mundo que
exalta valores heroicos perdidos. La justicia, la libertad, los grandes ideales
humanos se diluyeron en medio de un mundo de tramposos, de guerras, de ambición
y poder. Un autor escribe desde su contemporaneidad. No vive aislado. El
contexto es importante. Un autor escribe desde su perspectiva sensible para
desentrañar las profundidades de la condición humana.
Estrategias narrativas: otra clave
de lectura:
Cervantes tiene el honor de ser el padre de la novela moderna. En su obra
emplea diversas estrategias narrativas para construir su obra monumental.
Estrategias no superadas aún. Después de Cervantes, no hay nada nuevo en este
aspecto. A continuación enumeraremos algunas de ellas como para que el lector
tenga una breve referencia de las mismas y observe la maestría narrativa del
autor y por qué se lo denomina como el creador de la novela moderna.
1.- Polifonía de voces. El juego de
narradores: El hispanista y
filólogo Jesús Maestro sostiene que el rasgo esencial que hace del Quijote una
gran novela es que su narrador es un cínico extraordinario porque le pone
diversas trampas al lector. Es un casi un imperativo que los lectores de
literatura debemos convertirnos en detectives para leer como tales. Leer como
detectives implica ir descubriendo las pistas, las huellas que el narrador nos
va dejando. Y, en Don Quijote de la Mancha hay tantas trampas que requiere de
un lector activo, despierto, que interactúe con el texto en una transacción de
significados.
En el Quijote hay varios narradores y eso confunde al lector. Del capítulo
1 al 8, el que cuenta la historia no es quien en verdad la narra sino una
persona anónima que en el capítulo 8 se suspende. En el cap. 9 el relato
continúa contado por un segundo narrador – distinto del primero – que dice que
encuentra un manuscrito en árabe y se lo da a traducir a un morisco. Traducido
del árabe al español, nos enteramos que esta historia fue narrada por Cide
Hamette de Benengeli. Entonces, estamos ante una traducción. Quien encuentra el
manuscrito en árabe y lo hace traducir es quien lo publica completando las
páginas faltantes. La polifonía de voces narradoras en Cervantes es compleja.
Cervantes logra disolver su presencia como autor real, él se desdibuja y
desdibuja entonces su responsabilidad sobre lo que dice, sobre todo en lo que
respecta a la crítica de la España de su tiempo. Se dice que es una
novela-palimpsesto o literatura de literatura o literatura espejada. Recordemos
que se llama “palimpsesto” al manuscrito antiguo que conserva huellas de una
escritura anterior o también borrado para escribir otra cosa encima.
2.- Los paradigmas narrativos: Cervantes incorpora en su novela diferentes
especies narrativas. Podríamos decir, junto a Jesús Maestro, que Don Quijote de
la Mancha contiene el genoma de la literatura, el ADN de la literatura. Todo lo
anterior y lo que vendrá después en literatura está contenido en esta novela.
La narrativa del siglo XX y XXI se han nutrido de estas estrategias. Pero lo
genial de este autor es que transforma todos los tipos de novelas que se habían
escrito. Es un genio creativo y crítico. Es así que en el Quijote, Cervantes
inserta diferentes tipos de novelas como:
a) Novela autobiográfica: cuando cuenta la historia de El Cautivo (cap. 39, 1º parte) allí cuenta, de alguna manera su
cautiverio en Argel, entre 1575 y 1580. Se presenta como un protagonista. En
este capítulo introduce sonetos, narrador en 3º y 1º persona, diferente
tipografía, entre otros recursos. No realiza una autobiografía lineal.
b) Novela epistolar: diversos personajes envían cartas o las
intercambian: Quijote le escribe a Dulcinea en diversas oportunidades, Sancho a
su mujer…
c) Novela pastoril: cuando relata la historia de Grisóstomo y Marcela.
Pero es una novela pastoril transformada ya que ambos personajes pertenecen a
una clase social acomodada. Marcela se transforma en pastora para ser libre porque
las mujeres de la época se casaban forzadamente con matrimonios arreglados o
entraban al convento. Marcela se rebela a su época, a los imperativos sociales
y decide ir a cuidar cabras. Grisóstomo, estudiante de Salamanca de clase
social alta, oye hablar de la hermosura de la pastora Marcela y decide hacerse
pastor para conquistarla. Ambos son, en realidad, pastores disfrazados. Entra
otra vez acá el juego del ser y el parecer, del fingimiento, de la impostura.
Juegan a lo que no son (un tópico que no ampliamos por razones de espacio y
tiempo). Pero Cervantes, desde lo literario, rompe con el canon de la novela
pastoril, romántica y bucólica, porque hace que Marcela rechace a Grisóstomo
quien, dolido de amor, se suicida. Cervantes desafía al Concilio de Trento (de
1545 y 1565) que prohibía el suicidio en la literatura. Sus personajes desafían
las normas. Él también.
d) Novela cortesana o italiana: como las novelas intercaladas de Luscinda,
Cardenio, Dorotea y Fernando: personajes nobles que sufren experiencias
amorosas pero tampoco a la manera de Bocaccio porque presenta componentes muy
amargos.
e) Novela morisca: El cautivo
o El morisco Ricote.
f) Novela de aventuras en la línea
de la novela bizantina: cómo
los héroes viven peripecias que ponen en riesgo su vida, pasan por obstáculos
que logran superar encarnando múltiples valores.
g) Novelas maravillosas o
fantásticas: contadas, en realidad,
de manera tal que no sabemos si son verdad o no. Como cuando entra en la cueva
de Montesinos donde cree que estuvo varios días encerrado y, en realidad, sólo
pasó una hora y un poco más. Cuenta que se encuentra con Dulcinea, con
Montesinos y personajes de la literatura artúrica. Todo maravilloso, pero no
hay ningún testigo para rectificar lo que Quijote cuenta. (También mago
Frestón, quien realiza los encantamientos).
Tantos tipos de novelas dentro de una sola. En Cervantes ya estaba la idea
de autor responsable que piensa en su lector. Tenía tanto para contar de
Quijote y Sancho que, preocupado en no aburrir a sus lectores con la monotonía
del binomio, intercala nuevas historias que hacen olvidar, por un instante, las
hazañas y entuertos de la pareja de protagonistas.
3.- Estructura circular: A pesar de caer una y otra vez, Don Quijote se pone
de pie y continúa hacia adelante, en pos de sus objetivos. En las tres
ocasiones que sale de su casa sucede lo mismo: parte, vive aventuras, es
apaleado, burlado, lastimado, pero siempre se levanta para continuar avanzando
hacia su meta y, en algún momento, por diferentes motivos, debe regresar a su
hacienda. Estas tres salidas muestran la estructura circular de la novela, una
de tantas estrategias narrativas que desarrolla Cervantes y que retomarán
muchos escritores después.
4.- Cajas chinas o novelas
intercaladas: en la novela hay muchas
historias. Una adentro de la otra. El gran marco es la historia de Don Quijote y
Sancho, pero por momentos sus aventuras se suspenden para dar paso a otras
como: El Cautivo, Dorotea, Fernando, Luscinda y Cardenio, la historia de
Marcela y Grisóstomo, El curioso impertinente, etc.
5.- Intertextualidad: Entendemos por intertextualidad a la relación dialógica entre dos o más textos. Es una relación explícita o implícita en el
interior de un texto que hace referencia a otro/s texto/s. En Don Quijote de la
Mancha, el autor cita a autores de novelas de caballería (ver el capítulo VI, “Del donoso y grande escrutinio que el cura
y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo”),
parodia pasajes de esos libros y de romances famosos, intercala locuciones y
refranes populares. Cervantes construye una amplia red de referencias, incluso
nombra a obras de su autoría como La Galatea.
6.- Variedad de tipos textuales:
A poco de abrir la novela hay diez poemas que diferentes caballeros
andantes le dedican a Quijote, a Sancho y hasta a Rocinante. La poesía está
también presente en diferentes capítulos de la novela. No es una novela pura.
También introduce el teatro dentro
de la novela misma. En la Segunda Parte tiene lugar la representación de Maese
Pedro, un titiritero. La historia que representa es en un escenario abierto,
donde nada está oculto al público. Algo totalmente novedoso para la época que
luego tomará Bertold Brecht y lo hará propio cuando en realidad es una
originalidad cervantina.
7.- El humor, la ironía y la
parodia:
El continuo choque realidad – fantasía se construye desde el humor. El
contraste entre lo que cree Don Quijote que pasa y lo que ocurre realmente da
lugar a todo tipo de situaciones absurdas como la famosa escena de los molinos
de viento, el episodio en la venta donde se arma caballero y tantos otros a lo
largo de la novela. La impostura es el recurso que emplea para construir a su
personaje, Don Quijote. Los contrastes están también en la caracterización de
cada personaje: Sancho y Aldonza Lorenzo
(la verdadera Dulcinea) son – en la realidad – seres rústicos y vulgares. Su
rocín flaco, Rocinante, es un caballo viejísimo que apenas si cabalga. Se burla
de los libros de caballería, heroicos y grandilocuentes, con una fina ironía
que nos lleva a descubrir que, burla burlando, hay una crítica a la sociedad de
su época.
Pero trasciende la parodia. Alonso Quijano o Don Quijote o El caballero de
la Triste Figura, como lo llama el Bachiller Sansón Carrasco no hace caso a las
habladurías, ni al cansancio, ni a las burlas que recibe. Sigue adelante,
siempre, avanzando, batallando, fiel a sus principios, a sus objetivos, a su
ideal… cómo no recordarlo, entonces, cuando uno está decaído y con ganas de
abandonar sus sueños. En esta obra, Cervantes compendia las debilidades y
grandezas humanas.
Las claves en los personajes:
Don Quijote, mucho más que un loco: Cervantes hizo de Don Quijote un personaje entrañable, un loco más cuerdo
que muchos de nosotros, un caballero andante de mal genio pero entero, con
metas claras, crítico de la realidad de su época. Que nos quede claro, Don Quijote
no es sólo una parodia (imitación burlesca) de los libros de caballería; es una
obra realista, que nos habla de la vida misma, de la lucha de un hombre por
alcanzar sus sueños y hacer valer sus ideales, lucha en la que hay fracasos,
dolores, burlas, caídas pero también conquistas.
Don Quijote siente el llamado a la aventura y decide aportar su valentía,
su coraje en pos del bien común. Nunca desfallece. Cervantes crea un personaje
con rasgos heroicos y antiheroicos. Don Quijote sale de su zona de confort para
imponer justicia en un mundo real pero lo hace desde la impostura, desde el
disfraz de caballero andante. Cuando se aleja de su cotidianeidad, de la
comodidad de su hacienda, cobra fuerza, decisión y voluntad indoblegable
impropia para un hombre de 50 años “de
complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de
la caza” que se le “secó el cerebro por leer tantos libros de caballería, “rematado ya su juicio, vino a dar en el más
estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció
convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio
de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus
armas y caballo a buscar las aventuras…deshaciendo todo género de agravio y
poniéndose en ocasiones y peligros...” Eran muchos los agravios “que pensaba
deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar y abusos que mejorar y
deudas que satisfacer”.
Sólo desde esa inversión, Quijote considera que puede ayudar a cambiar
algo. Es el mismo juego de roles que, siglos después, toman los superhéroes.
Héroes con dos personalidades como El Zorro, Superman, Batman, El hombre araña,
etc. He ahí la genialidad cervantina. Todos los escritores se nutren de él.
Veremos que nada nuevo hay después de Cervantes en materia literaria.
Pero continuando con la lectura en clave de los personajes observamos que
Cervantes presenta la dualidad del hombre. Don Quijote y Sancho representan el
idealismo y el realismo, dos aspectos presentes en todo ser humano.
Don Quijote es un luchador, un
conquistador de sueños, de ideales. Es un loco que no ha perdido nunca la
razón. Tal vez sí la cordura, pero no la razón ya que siempre sabe qué hacer.
Sabe razonar, pero hace un uso inadecuado de la razón. Quijote logra, a partir
de su locura, una gran libertad. Libre para vivir aventuras, cuestionar
costumbres y cumplir ideales. Y cómo será que razona muy bien que, en la
Segunda parte, en el capítulo 42, cuando nombra a Sancho gobernador de la
ínsula Barataria, Don Quijote le da consejos para el cuerpo y para el alma.
Veamos, algunos consejos para el alma:
“Has de poner los ojos en quien
eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que
puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso
igualarse al buey. Has gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te
desprecies de decir que vienes de labradores… y préciate más de ser humilde
virtuoso que pecador soberbio…. Porque la sangre se hereda pero la virtud se
adquiere… Si acaso doblaras la vara de la justicia, no sea con el peso de la
dádiva, sino con el de la misericordia…
Sancho ¿más cuerdo que Quijote? El
compañero fiel:
Su contrapartida, su opuesto, es Sancho Panza, un rústico labrador que lo
acompaña en el descabellado empeño de salvar doncellas y castigar la
injusticia. Quijote necesitaba un escudero – como todo caballero andante – y
convence a Sancho con la promesa de nombrarlo gobernador de una ínsula. Desde
ese lugar Sancho constituye el otro aspecto de la dualidad humana: el deseo de
poder, el realismo y el materialismo. Sancho es, al principio, el develador de
las fantasías de su amo. Es quien trata de hacerle ver la realidad, quien tira
abajo los inventos de Don Quijote: que no son gigantes sino molinos, que no son
ejércitos sino un rebaño de cabras y sus cabreros, que no son castillos sino
posadas, que no son doncellas sino prostitutas, que no es el yelmo de Mambrino
sino una bacina de barbero... Sin embargo, nos genera una duda ¿quién está más
loco, Quijote que se considera un caballero andante o su escudero que acepta
acompañarlo en las desopilantes aventuras y está convencido que será
gobernador? Ambigüedad, paradojas, situaciones hiperbólicas, todo cabe en esta
obra.
Por otra parte, Sancho se ha constituido también en el arquetipo del
compañero fiel, en el amigo incondicional, en el cuidador de su Señor y eso vale.
Y de tanto andar por los caminos de La Mancha, por esas tierras secas y
calurosas, de tanto escuchar consejos, sermones, disparates y verdades, al
final de la obra observamos a un Sancho quijotizado y a un Quijote
sanchificado.
Pero si Sancho se va quijotizando, nosotros lectores también. A Sancho le
influye estar al lado de Don Quijote y poco a poco va dejándose llevar por esa
ilusión de su señor de que es capaz de repartir justicia solo con su lanza, su
escudo y la palabra de caballero. En la segunda parte es él quien le pide a su
amo que no se rinda y siga viviendo aventuras. Incluso la familia, tan
preocupada al principio, desea que vuelva la ilusión al final. Y al lector le
pasa lo mismo.
Dualidad humana que va y viene,
encontrando su equilibrio. Y nos dice a los lectores que todos tenemos que ser
un poco Quijote y un poco Sancho. Que de eso se trata la vida, que los ideales,
las utopías son los motores que nos hacen levantarnos cada mañana.
La importancia de la obra reside en el hecho de que Don Quijote vive y
muere por un ideal de justicia y de amor que lo llevan a resucitar la
caballería andante. Es un loco, pero con un alto ideal para respetar. Es, en
palabras de su escudero “un hombre bueno que nunca ha hecho daño a nadie”. Su
heroicidad consiste, justamente, en el enorme esfuerzo de mantener su ideal
bajo el peso de la vulgar e incomprensiva realidad.
Elijo leer el Quijote desde el profundo análisis que hace Cervantes de la
condición humana, de la naturaleza y modo de ser. Si bien la historia se sitúa
en España con hidalgos españoles, se habla de todos los hombres, de todos los
pueblos del mundo. Hay un gran repertorio de personalidades humanas en la
novela. Un Quijote, pletórico de idealismo, de valores y principios
irrenunciables y de una ironía excepcional unida a una moralidad que ya casi no
se ve. Hay una gran gama de tipos y conductas y muestra el gran tópico humano
de lo que no es pero parece ser. Para aquella época eso fue revolucionario.
Si hacemos un listado de temas representados a lo largo de sus capítulos
veremos los sentimientos de verdad e invención, la nobleza, la sabiduría, la
simpleza, las ambiciones y los pecados capitales: holgazanería, gula, ira,
envidia y también los combates éticos esenciales: corrupción o decencia; inescrupulosidad
o moralidad.
Cervantes: Primer promotor de la
lectura: Hay quienes sostienen, como Mempo
Giardinelli, que Don Quijote es también un tratado sobre la literatura y la
vida y que en esta novela se pueden encontrar los inicios del fomento a la
lectura. En Cervantes ya está la preocupación por el lector, por un lector
activo, rebelde, inquieto. Dice Giardinelli: Para Cervantes la lectura no podía ser más que revulsiva, fuente de
cambios sociales y por eso construyó su obra pensando en el lector… no inventó
un personaje iletrado sino al contrario, creó un personaje que es un lector
voraz, un hombre de profesión lector. Es la lectura la que le cambia la vida y
lo hace aventurero, imprevisible, disparatado, delicioso en su desvarío. Por
eso le queman la biblioteca… De ahí que su escudero es la antítesis moral,
simple e ignorante… Cervantes sabía que el drama de España era la ignorancia,
el embrutecimiento de las masas… Cervantes quiso, también, que su libro espabilara
a los necios, alertara a los avisados. Funda un estatuto de lectura para que
“el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se
enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el
prudente deje de alabarla”.
Mucho queda sin decir, sin profundizar. Es un libro tan inmenso que en una
breve charla sólo podemos realizar una aproximación intentando provocar en Uds.
el deseo de leerlo.
Entonces, ¿por qué el Quijote? Porque este personaje inspira, conmueve,
interpela. Porque habla de las luchas internas, del ser y el parecer, de la
vida misma. Porque, nos conecta con
nuestro lado idealista, luchador, forjador de sueños, eternos caminantes
siempre hacia adelante. Porque debemos ser un poco más Quijotes cada día. Con
los pies en la tierra pero con la mirada en el cielo. ¡Vale!
Bibliografía:
De Madariaga, Salvador, Guía del
lector del Quijote, Bs. As. Sudamericana,1972
Parodi, Alicia, Seminiario sobre el
Quijote, Bs. As. Eudeba, 2017
Cortazar, Celina Sabor de, “Para una relectura del Quijote” en Para una relectura de los clásicos españoles,
Bs. As, Academia Argentina de Letras, 1987.
Giardinelli, Mempo, Volver a
leer, Propuesta para ser una nación de lectores, Bs. As.,
Edhasa, 2006
Maestro,Jesús:http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cide-hamete-benengeli-y-los-narradores-del-quijote-0/html/ff85f632-82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.html
https://www.elcultural.com/revista/letras/Por-que-leer-El-Quijote/11802
Eco, Humberto, La literatura, pasión que cambia la realidad. Fragmento del discurso pronunciado
por el autor en el cierre del Festivaletteratura. Citado a partir de la
traducción de Hugo Beccacece para el suplemento Cultura del diario La
Nación, 17 de septiembre de 2000.