jueves, 2 de agosto de 2012

Poemas del libro Qué profunda es la noche, Premio de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, 2012


PODRÍA...

A veces pensamos emigrar
buscando luz para el consuelo
pero preferimos seguir viviendo
en este largo escalofrío
porque sabemos que al regresar a casa
habrá pan caliente
y los zapatos sin lustre
intentarán el camino al paraíso.
El viento desparrama las hojas del liquidámbar
y golpea en las persianas.
Es imposible no tiritar perplejo
ante  este siglo
autista y espasmódico.

Es tarde.  Podría estar escuchando a Bocelli
o llamarte y contarte mi tristeza.
Podría subir la escalera hacia tu espalda
y quedarme en el límite
entre el amor y el olvido.
Podría no escuchar más los noticieros
olvidarme que hay vecinos
y una enredadera que cuidar.

Cierro la ventana.  Hace frío.
Y sin entender de cómos ni porqués
bebo sola mi café y respiro hondo
para que el aire duela menos.
Tal vez mañana penitente y silenciosa
contrabandee soles incandescentes
azares y consuelos
cartas manejadas por recónditos tahúres.


NO ES FÁCIL…

No es fácil silenciar
este redoble inarmónico
ni el desajuste de las horas
que no alcanzan.

No es fácil despertar
                        con los zapatos apretados
                        amordazar abrazos
y escuchar crujir hasta el cosmos.

Impertinencia de vivir
                        en los límites
                        intentando la Quimera.


LIBRE ALBEDRÍO

A Guigui Flores

Hoy he decidido
que la luna no es el satélite de la tierra
que la ley de gravedad es un invento
y que por eso mismo
dormiré abierta e incendiada
desrefugiada
violenta  y desamordazada.

Hoy he decidido salir
con las médulas transfiguradas
con ardor                   con voracidad
con nervios rebelados
sin tregua                   sin disfraz
sin deseos de emigrar.
Salir desde lo ignoto
hacia la verde sinrazón
con caballos                  con ecos
con piernas
con algas y lluvias y perseverancia
chapoteando         nadando             escalando
reverdeciendo en la fatiga humeante y voluptuosa.
  
 Salir con voces erguidas
para evitar la tierra arrodillada.

Salir 
con el diapasón incorpóreo de los sueños
y la huracanada fuerza del ritmo recobrado.





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